viernes, 27 de abril de 2012

Eres contradicción.


Eres como el turno que nunca llega, como el resto de café que se suele dejar al fondo de la taza, como un día de lluvia y la sensación de mojarme con ésta.
Me sacas de quicio, siempre me recuerdas el placer de cuando te bebí a sorbos, me relajas y me haces sentir viva.

Debería dejar de escribirte y tú deberías de aprender a leerme entre líneas. Llevas mis huellas dactilares en tu espalda y un muerdo en el corazón; aunque te pese.
A cambio de eso tú tienes todos mis días, todas mis noches, tu parte de la cama intacta y miles de palabras que quizás no entiendas; pero que siguen hablando de ti. Aunque me pese.
Mi cabeza siente y mis manos hablan. Yo por ti lloro palabras.
Te dejo que me comas la boca y también las dudas. Si vuelves.
Fuiste tanto y me dejaste con tan poco... que a veces pienso que...en una de esas veces que estabas jodiéndome; en los dos sentidos de la palabra, debería de haberte ahogado con la goma de mis bragas.
Luego lo pienso mejor y creo que no hubiera hecho bien con aquello, te joderá más verte solo y recordarás todo lo que dí por ti, comiendo techo y preguntándote los mil 'por qué' que me pregunté yo.
A veces te sigo sangrando y otras, en cambio, sólo me escueces.

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