jueves, 22 de agosto de 2019

Te jodes.


Podría intentar explicarte el porqué de que me niegue a escuchar, de nuevo, tus falsas disculpas. Pero seguirías sin querer entender y mintiéndonos a los dos, diciendo que cambiarás.
Ya no tengo tiempo para ti, ni ganas de intentarlo, pero sobretodo no tengo fuerzas.
Estuve para ti, con mis tormentas mentales pausadas para que pudieses llegar y quedarte. Y yo contigo. Pero nada más que trajiste huracanes y la puerta que te abrí, pronto se transformó en una ventana que también te encargaste de cerrar.
¿Y sabes? Fuiste tan ingenuo que pensaste que la habías cerrado contigo dentro, pero en realidad estabas en el lado de fuera. No lo viste venir, pero yo sí.
Cada vez vas desapareciendo más y yo, en ti, sigo tan intermitente como siempre.
Te jodes.

martes, 13 de agosto de 2019

Martes 13.


El peso del vacío, el ruido del silencio.
El dolor del abrazo que nunca se dio o de la despedida que nunca hubo.
La huida del tiempo que no se quiere, la alegría triste de alguien que quiere no estar. Dónde sea.
Silenciar una voz que escuece escuchar, quemar el recuerdo de unos labios que traicionaron.
La textura rasposa de unas manos que dejaron de sostenernos los miedos y nos dejaron cayendo hacia una Nada que nos rompió en pedazos. 
Los cortes de todas esas piezas que dejaron de encajar; uno mismo fuera de lugar.
La pérdida del sentido, la búsqueda del por qué.
La espera a ese gran cambio.
El cansancio de seguir intentando todo sin fuerzas, de ver que no llega. Nada.
La fe que se perdió, la esperanza que se agota. 
Las ganas que te llevaste. 
Mi luz que cada vez se ve menos. Parpadeos de existencia de una mente gris. Peso muerto.
Estoy aquí, sin saber dónde. A veces sin querer estar, a veces queriéndome ir, a veces con miedo a irme... 
Por si me encuentro y no me reconozco. 
Por si te encuentro y no me reconoces.

viernes, 2 de agosto de 2019

Cobardía.


Prometí que no me iría y me fui. 
Y me perdí mientras huía de mi misma porque me daba miedo.
Dejé de reconocerme y de reconocer lo que tenía alrededor. Solo sentía que no quería estar donde estaba.
Estaba en blanco, pero muy triste. No era capaz de sentir otro tipo de emoción.
Me hacía mil preguntas que nadie me podía responder, porque quien tenía ese poder, decidió irse dejando todo por el aire y me inmolé con toda mi mierda dentro; sin pensar en consecuencias. Sentía no tener nada.
Y cuando más en la mierda estaba; con el "no puedo más" repitiéndose de manera automática dentro de mí... Fui aprendiendo a sostenerme con todo lo que perdí.
Sigo incompleta y triste, pero tengo algunos días que me siento con ganas de seguir.
Porque a veces la cobardía también salva... aunque sea de desaparecer del todo.