martes, 23 de enero de 2018

Aunque ando sobre cristales ya no me duele, por costumbre.
Sobrevivo a esta vida porque nadie me preguntó si quería un cuerpo que habitar.
Ya no tengo ganas de fingir siempre ser fuerte, de seguir entera.
Soy todo pedazos de momentos que no puedo olvidar.
Y siento que no siento nada aunque llore. Vacío existencial.
Quiero un billete de ida sin vuelta hacia la nada, para que nada me hago daño.
No me aguanto ni a mí misma, pero no puedo evitarme.
¿Hacia dónde huir cuando no quieres estar en ningún sitio? ¿Qué decir cuando después de gritar nadie te ha escuchado? ¿A qué amarrarte cuando no quieres nada?.
Aunque respire siento que me estoy ahogando.

Cuando mejor me siento es a oscuras y en silencio. 

miércoles, 17 de enero de 2018

Tiempos grises.

Llena de gris por dentro; con tormentas que no sé calmar.
Mar bravo en las entrañas y con el timón de un barco que no sé manejar.
Náufraga buscando tierra firme, con sed y hambre de tiempos mejores aunque a gusto en soledad.
Grito grito y grito sintiéndome esclava de mi misma, pidiéndome la libertad que tanto ansío pero no sé dármela.
Ojalá aprender a callar las voces de dentro y coger fuerzas de seguir en el intento de abrazar a la vida  y quererme un poco más.
Triste porque no soy capaz de mirar más allá y destruir la pared que construí con todos los desechos que he sido incapaz de dejar atrás.
El tiempo que no deja de apretar, la soga invisible pero notoria de aquello que no volverá.
Crisis atemporal, como el querer llegar a buen puerto sin saber hacia donde remar.
El sol sale pero no ilumina ni calienta; siempre es invierno en la cabeza del que siente que no puede más.


Miro como avanza el reloj con la esperanza de que se lleve los malos días.